No importa cuánto vivamos, sino cómo lo hagamos
Bailey
Un carpintero decide jubilarse, razón por la cual participa al patrono su voluntad de retiro. Habiendo sido un excelente trabajador y vista su honestidad, el empresario le solicitó un favor antes de su desincorporación: el construir una última vivienda.
Dióse a la tarea el buen hombre, no obstante, en esta oportunidad lo hacía con abulia, con indiferencia, con desgano, lo cual, evidentemente, habría de dar como resultado una casa sin los niveles de excelencia que caracterizaba a esa empresa y sin los niveles de dedicación que caracterizaban al carpintero.
Concluida la obra, el jefe le entregó al empleado las llaves de esa vivienda, era su regalo en reconocimiento a sus relevantes servicios prestados a lo largo de varias décadas.
Qué vergüenza, haberlo sabido de antemano, más aún ahora tener que vivir en una casa mal construida.
Habitamos en las casas que nos construimos y vivimos la vida que nos proponemos; recibimos la vida del Ser Supremo, pero depende de nosotros el qué hacer de ella.
Curiosa costumbre de esculpir en las lápidas un guión que separa la fecha natal de la fecha de la muerte, ese guión es la vida, es lo importante, lo relevante; ese guión amerita ser albergado en la más espléndida de las mansiones, construida con el mayor entusiasmo.
- Contribuição de JEG
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